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viernes, 21 de septiembre de 2012

Primavera, otra vez.

Primavera al fin, entre cálida y fresca, como corresponde... floreciendo por obligación, despertando porque siempre hay que despertar... parece.
Por una vereda de barrio caminaban de la mano dos ancianos, una pareja de viejitos tan viejitos, de pasos tan cortos, de visión recortada por la inclinación de sus cuerpos cansados ... tan viejitos y tan aferrados uno de la mano del otro que varios nos quedamos mirando ... y me alegra que no fui la única!
Eran tanto uno como el otro sostén y apoyo de esa unión, tanto que si uno se soltaba el otro no se sostenía por sí solo, era evidente que si uno aflojaba el otro se caía,  ellos Eran juntos, así, aferrados...no eran por sí solos, eran dos que eran Uno. No sé como se sostenían, pero ahi estaban, de a pasitos en medio de otra primavera, una más, otra de cuantas, quien sabe, para ellos?
Pensé -no sé que pensaron  los otros que miraban-  que yo espero para mí alguna vez en el tiempo, cuando el tiempo se acabe aunque todo florezca, una primavera como esa que vi esta mañana.



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